viernes, 24 de julio de 2015

Día 17, haciendo amigos sin dinero

No recuerdo con exactitud el orden cronológico del día, por lo que relataré todo según me vaya acordando.
 
Mientras desayunábamos, en mi cabeza solo había una cosa: La caminata que nos esperaba el día de hoy. Por fortuna resultó no ser tan agotadora como esperaba. Lo primero que hicimos fue ir al barrio chino, que según la guía en papel que llevamos es  la zona "humilde" de la ciudad. A mí por el momento me parecen todos los barrios igual de "humildes" o de "ricos" según se mire. Eso sí, por muy "humilde" que fuera el barrio, en ningún momento tuvimos miedo de que nos robasen. Durante el paseo no recuerdo cuántos taxis, bici-taxis, coches americanos, coco-taxis o cualquier tipo de transporte que pueda llevar más de una persona se nos ofrecieron. Todos ellos rechazados, claro.
 
La primera parada "espectacular" fue el Capitolio. Es muy alto (3 metros más que su homónimo estadounidense) y está atestado de gente. El parque que hay enfrente está lleno de personas. En realidad el Capitolio está igual que el resto de la ciudad, en obras (desde 1950 sospecho). De ahí fuimos al malecón, donde estuvimos conversando con 4 cubanos. Primero con un taxista. Luego con un hombre cualquiera sobre historia y filosofía. He de decir que me sorprendió el alto nivel cultural de este hombre. Nos hablaba de Hobbes, Rousseau, etc como si fuesen sus amigos de toda la vida. Por último estuvimos un buen rato hablando con una pareja que nos recomendó salir por la zona de El Vedado, ya que ahí se reúnen los frikis (al parecer por llevar el pelo largo en Cuba a los chicos se les cataloga como "frikis").
 
La ruta que teníamos para hoy la estábamos haciendo mucho más rápido de lo previsto, y si no llega a ser por las charlas con esta gente, a las cuatro de la tarde habríamos estado ya en casa. En el Museo de la Revolución nos contentamos con fotografiar a los vehículos que estaban exhibidos en el jardín, porque no podíamos pagar la entrada.
 
Entre foto y foto apareció un hombre joven que se parecía a Macaulay Culkin (el de Solo en Casa) cuando se drogaba. Nos dijo que allí cerca se celebraba un festival de música folclórica cubana por si estábamos interesados en ir. Le comentamos que no teníamos dinero, pero que luego nos pasaríamos a ver el ambiente. Nos pillaba de camino y no teníamos nada mejor que hacer, así que perfecto.
 
Estuvimos otro rato paseando por las calles de La Habana, en obras por supuesto, y declinando taxis. Algunos ya ni se molestaban en parar porque nos conocían, pero saludaban de todos modos. Otros ya preguntaban "¿taxi?" con una risa en los labios por el mismo motivo.
 
Acabamos por ir al festival, acompañados de un chico que vive enfrente de nuestra casa. Allí estaba el de Solo en Casa, riéndose mientras nos miraba a los tres, porque sabía que no íbamos a invitar a nada a nadie. Estuvimos allí unos minutos escuchando música en directo, pero decidimos seguir perdiéndonos por las calles hasta que logramos llegar al Museo del Ron. Ya estaba cerrado. Da igual, porque no podríamos haber pagado la entrada. Aunque del dinero que teníamos, parte estaba reservada para comprar unas botellas de recuerdo, así que hicimos las compras pertinentes.
 
Ya con ese dinero gastado, pudimos hacer cuentas y ajustar con más fidelidad el presupuesto. Conclusión: Seguimos comiendo en la calle. La pizza de aquel día la acompañamos con un batido de guayaba al que nos invitó una mujer mayor en la calle. El batido era excelente y era muy grande, aunque muy grumoso para mi gusto. La mujer me pareció muy maja, porque nos invitó al batido sin pedir nada a cambio.
 
En la vuelta a casa nos entretuvimos hablando con 4 hombres (borrachos todos) sobre muchas cosas, entre ellas arte. Uno de ellos dijo algo como "llegó Rafael y se folló a todos, Miguel Ángel y Da Vinci incluidos. Ese hombre era un verdadero genio". Nos dijeron todo lo que habían bebido (y fumado) y de ser verdad, no sé cómo siguen vivos. Perdí la cuenta del número de botellas de ron que decían haberse jalado ese día. Me parecieron bastante simpáticos.
 
En casa, los caseros nos dijeron que habían estado hablando entre ellos y nos podían invitar a comer un día a mitad de precio. Accedimos  encantados ante la idea de volver a comer sentados en una mesa. Cenamos pizza donde ayer. Ya nos conocen y saben qué vamos a pedir antes de que lo pidamos.
 
Mañana es el último día de mucha caminata. El viaje se acaba, pero he aprendido muchas más cosas, y en menos tiempo, de las que podría haber aprendido en la escuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario