viernes, 3 de julio de 2015

Día 14, el peor viaje en coche de mi vida

Habíamos puesto el despertador pronto, porque el viaje era largo. Miguel seguía durmiendo y no se quería levantar. Además no paraba de decir tonterías que me irritaban. Me enfadé y me fui yo solo a desayunar algo. Al volver a la habitación metí las cosas en el coche y conseguí que Miguel se levantase.

Estábamos muy débiles así que no pudimos desayunar gran cosa, de hecho nos llevamos una hamburguesa para el camino por si nos entraba el hambre para entonces. Tras despedirnos del canadiense nos preparamos un poco de sueroral en una botella para, por lo menos, no deshidratarnos y alimentarnos un poco y partimos hacia Varadero. Por la mañana John parecía algo arrepentido por lo de ayer aunque no quería reconocerlo y, por supuesto, no vino con nosotros a recorrer la isla. 

El camino se hizo excesivamente largo, porque ya era un gran recorrido de por sí y nuestros cuerpos no estaban para mucho ajetreo. Paramos a echar gasolina en el camino y descubrimos que solo nos quedaba con nosotros 1,40 CUC. 

En Santa Clara el mausoleo del Che acababa de cerrar justo cuando llegamos, así que tuvimos que contentarnos con verlo por fuera y ver la plaza en la que se encuentra. Tras este revés fuimos a Santa Clara a ver un poco la ciudad, el vagón que transportaba soldados del ejército de Batista que descarriló gracias a Ernesto Guevara, el hotel de la ciudad en el que todavía hay agujeros de bala de la Revolución...

Al coger la carretera nos confundimos de autovía y por no querer rectificar a tiempo hicimos casi 200 kilómetros extra. En el coche se nos hizo de noche y cayeron todos los tipos de tormentas existentes sobre nosotros: eléctrica, lluviosa, niebla... Todo esto sumado a los baches enormes que hay, el agotamiento, la falta de comida y de agua, haber dormido menos de cinco horas, más de 600 kilómetros a tu espalda, los coches, las motocicletas, las bicicletas, la gente que anda por el arcén y todos ellos sin ningún tipo de reflectante intentando esquivarlos como buenamente podíamos... Era todo horrible. Paramos en un punto de control a preguntar a los policías y por fin conseguimos encontrar el camino correcto, teníamos que ir hasta las afueras de La Habana para volver a Varadero. En un peaje que hay, y que no teníamos pensado pagar si hubiésemos ido por la dirección correcta, tuvimos que pagar 2 CUC. Entre risas y algo de lástima el trabajador nos dejó pagar la mitad en CUC y la otra mitad en CUP y por fin llegamos a nuestro destino, pero no todo estaba hecho.

Teníamos pensado ir a una casa que nos habían recomendado, pero resulta que estaba completa así que a buscar. Por suerte al lado había una casa de una chica que antes nos había guiado a la otra casa y ahí mismo nos quedamos. La dueña es muy maja y empatiza mucho con nosotros. Nos invitó al desayuno del día siguiente porque no teníamos dinero ni para pagárselo a ella ni a nadie.

En la carretera tuve bastante miedo y casi llego al límite de mis fuerzas. Casi no podía moverme del asiento, pero al final podemos descansar. En medio de la noche estaba oliendo algo bastante extraño que nunca había sentido. Pensé que era una tontería, pero Miguel también lo ha olido. No sabemos por qué si las ventanillas estaban subidas.




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