viernes, 8 de mayo de 2015

Día 5, los masones y los cocodrilos molan más juntos

Por la mañana comenzamos nuestro camino hasta Cienfuegos a 600 kilómetros de Soroa. Teníamos que pasar por La Habana pero nos perdimos un poco porque estaban muy mal indicadas las salidas.  Preguntamos a varias personas dónde quedaba la autopista hacia Cienfuegos y tras darnos señas todos querían subirse pero hemos aprendido de los errores y les dijimos que no. Curiosamente descubrimos que muchos de ellos no querían llevarnos directos hacia la autopista sino a donde ellos quisieran.
Por fin encontramos la carretera, una muy larga y recta (como todas las carreteras aquí) pero las increíbles vistas hicieron ameno el trayecto. Incluso paramos en medio de la autopista a hacer fotos (aquí por la autopista transita cualquier vehículo, CUALQUIERA, y muchos de ellos paraban... nosotros no íbamos a ser menos). En un pueblo preguntamos dónde quedaba el criadero de cocodrilos (nos pillaba de paso hacia Cienfuegos) y el hombre de nuevo quiso subirse al coche. Decía que era encargado del parking y que si le llevábamos nos cobraban menos por la entrada...

Llegamos al criadero y estuvimos hablando con el hombre que estaba en taquilla vendiendo las entradas. Según nos contó había estado en Asturias un mes (mi familia es de allí). Caminando entre zonas con varios animales había un hombre que te ponía un cocodrilo en los hombros para hacerte una foto. Entre un grupo de alemanes y otro de chinos conseguimos hacernos hueco para fotografiarnos con el animal. Estuvimos charlando con el hombre y sorpresa... ERA MASÓN!!! Nos contó cosas sobre la masonería y cosas que le pasaron. Por ejemplo una vez en la calle le robaron la cartera y en cuanto se dio cuenta hizo una señal secreta para avisar a sus compañeros. Al parecer media calle se lanzó sobre el carterista. Mientras nos contaba estas cosas y nos enseñaba su anillo de la orden yo no dejaba de imaginarme aquel capítulo de los Simpsons en el que Homer se hacía masón. Nos contó muchas más anécdotas como que una vez tuvo problemas en el trabajo y se puso en contacto con su superior en la orden. Inmediatamente el asunto llegó a altos personajes del gobierno también masones y todo se solucionó en su beneficio.

Los cocodrilos eran enormes y bastante perezosos. Solo se movían para bostezar (algo que hacían bastante bien por cierto). Aunque los pequeños eran más activos y según rezaban los carteles podían llegar a saltar hasta dos metros.

Continuamos nuestro periplo hacia Cienfuegos por la costa aprovechando para parar en dos playas y un castillo. La tormenta nos impidió bañarnos, igual que en la cascada de Soroa. El castillo estaba cerrado pero el custodio era un joven muy majo y simpático que nos hizo una pequeña guía.

Por fin llegamos  a Cienfuegos y tuve que descifrar el mapa y las calles... Me perdí porque soy incapaz de pensar rápido y me da dolor de cabeza, prefiero meditar las cosas con calma. Conseguimos encontrar la casa que habíamos visto por Internet aunque no la habíamos contratado y menos mal que había habitación porque menuda casa. La habitación, el colchón, la cena... todo es suculento. Para cenar pedí langosta porque nunca la había probado. El sabor se parece bastante al del bonito. Mientras escribo esto estoy esperando que nos sirvan un mojito en la terraza de la casa. Vaya lujo.

Me siento mal cuando me dicen que haga algo y soy incapaz de hacerlo como al intentar orientarme con el plano. La casa es una pasada y eso me hace sentirme bien. Mañana veremos la ciudad y poco más. Espero no andar demasiado porque estoy agotado del viaje en coche.


 
 





No hay comentarios:

Publicar un comentario