miércoles, 12 de noviembre de 2014

Nadie decente

Entre un millón de personas
no vi a nadie decente.
Parecían tener el alma rota
a trozos ingentes.
Recé para fingir una buena obra
y calmé mi temple.
No querían atarse a una soga,
no querían ser libres. En vez de
eso, se sentían merecedores de las sobras.
La ambición entre esta gente
estaba de luto, como sus pocas
ganas del mundo comerse.
Lo curioso de la historia
es que no eran rehenes
de una televisión provocadora
ni de una educación que lava mentes.
Eran presos, esclavos a todas horas
de una mano que como una lente
cubierta de polvo era ocultadora
de los detalles menos corrientes.
Esos que a tu vida una chispa proporcionan.
Esos que están estáticos siempre
pero que nunca nadie miró de tal forma
que solo estos estuvieran al frente.
Lo intenté escalando todas las lomas
pero no pude ver a nadie decente
entre un millón de personas.


Fotografía extraída del flickr de Rea Eliécer

El arrepentimiento de los cobardes.

Entre la poca valentía
que guardaba
su cobardía,
reunió fuerzas
para escapar de la vida.
Pensándolo mucho o
con demasiada prisa
decidió decir adiós
a aquello que le robó la risa.
Antes de hacerlo,
antes de darse por perdida,
pensó sus recuerdos fríamente,
en un acto de rebeldía.

                   Amores,                 desamores,               engaños,
                                 libertades,                  prisiones,             desidia...

Se preparó y en un acto reflejo,
a sangre fría,
vio escena cotidianas
en el salón de otras familias.
En el ultimo instante por instinto,
se arrepintió de quitarse la vida.
Y se terminó
como terminan los años,
en un abrir y cerrar de ojos.


Fotografía extraída del flickr de Rea Eliécer.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Perdimos el compás
y como dos locos
 nos miramos el uno al otro
 y nos juramos nunca más.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tanto como el primer día

Nos miramos en vilo
Y sin oírlo nos gritamos.
Sabemos que nunca
Más nos veremos.
Aún así
Nos esforzamos por
Recordar nuestras caras.
En solo dos minutos
Un corazón se revoluciona.
En cuatro ya ni se controla.
Nos sentamos el uno
Frente al otro,
Torcemos la mirada
Para evitar nuestros rostros,
Para evitar las palabras,
Pero de reojo te veo,
Me ves,
Sonreímos
Y nos sonrojamos.
Armas tristes,
Cuerpos pesadumbrosos
Que no evitan el embiste.
Sabemos a qué nos arriesgamos
Al subir al tren
Pero aún así,
Me sigues enamorando
Tanto como el día
Que te vi por primera vez.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Tengo tres rosas

Tengo tres rosas.
Me gusta el tres.
Es impar.
No es uno, que es poca cosa.
Tampoco es cinco, que es demasiado.

Tengo tres rosas.
Me gustan las rosas.
Son flores
Y son de muchos colores.
A mí me gustan las rojas.

Tengo tres rosas
En un florero.
Es verde esmeralda,
así las flores
Destacan aun más.

Tengo tres rosas.
Las riego todos los días
Con calma y sosiego
Porque son seres con sentidos.
Aunque a veces no las riego.

Tengo tres rosas.
Las tengo en la entrada.
Así la gente cuando viene,
Se para a contemplarlas.
Algunos ni siquiera las ven.

Tengo tres rosas.
Tienen un buen olor.
A veces huelen a rosa,
Otras a almidón.
Constipado no las huelo.

Tengo tres rosas.
Las he cambiado de sitio.
Ahora están en el salón
Y la gente las ve con calma.
Sin prisas como en el recibidor.

Tengo tres rosas.
No tengo más flores,
Así son el foco de atención.
Aunque lo demás tapa su olor.
Quizás ponga mas flores.

Tengo tres rosas.
Ni una flor más.
También tengo un jarrón precioso
Y un lugar espléndido
Para ser exhibido.

Tengo tres rosas.
La gente solo mira el jarrón.
Ya no las huelo
Porque siempre estoy constipado.
Casi nunca las riego.

Tenía tres rosas.
Se marchitaron
Por falta de agua.
La gente viene a ver el jarrón.
Creo que compraré otros dos.